Basta con
situarse durante unos breves minutos ante una obra de Federico Eguía para
comprobar que esta se mueve bajo nuestra mirada, construyéndose una pieza nueva
ante cada nuevo espectador: el artista rechaza la pasividad de Ia percepción y
propone que obra de arte público receptor se construyan mutuamente. Para ello
Federico Eguía envuelve todo su quehacer pictórico de una neblina poética que
desarrolla un idioma particular y penetrante que imanta al espectador.
En su obra, de
cuidado planteamiento intelectual y pictórico, lleva a cabo un inteligente
juego que oscila entre la abstracción más lirica y una geometría poética, en el
que la distribución dei espacio, los planos cromáticos y una clara voluntad
integradora de materiales e investigaciones estéticas constituyen
características fundamentales de su personal y riguroso discurso. Su lenguaje
plástico se encuentra lleno de reveladores hallazgos conseguidos a base de
transitar por Ia precisión poética y el rigor técnico, estético y compositivo.
La obra de Federico Eguía es, por tanto, fundamentalmente reflexiva en ella
podemos descubrir la verdad que caracteriza lo autentico y lo meditado, lejano
a cualquier retoricismo.
Cada cuadro
presente en la exposición que presenta en la galeria Catarsis es una sentencia
bien construída. En ellos introduce frecuentemente textos escritos con
intención plástica, intelectual, simbólica e incluso irónica, ya que las
palabras casi ilegibles, como levemente susurradas ai espectador, acaban
configurando una dramática dialéctica en torno a la comunicacion incomunicación.
En ese proceso incluso el soporte se abre para mostramos con absoluta
naturalidad los materiales escondidos o bien, en determinadas ocasiones, se
sobrepasa la bidimensionalidad propia de la pintura para indagar en el objeto
tridimensional por medio de piezas de madera superpuestas o incisiones realizadas
en el mismo soporte de la obra.
La minuciosa
técnica que descubrimos en la obra de Federico Eguía no ahoga el sentimiento
que transmite a sus composiciones, sino más bien ayuda a potenciar la fuerza
comunicativa de una obra plena, armónica y sabiamente equilibrada. Cada pieza
de Federico Eguía supone una condensación de experiência, convirtiendo el
soporte de su obra en el receptáculo perfecto de toda la sabiduría que su
trayectoria artística le ha proporcionado, demostrando siempre una portentosa
capacidad de pensar la pintura.
CARLOS
DELGADO
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